miércoles, 22 de octubre de 2008

Segovia y los origenes de la imprenta española



Segovia es la primera localidad española que tuvo imprenta, traída por su obispo, Juan Arias Dávila, con el fin de editar textos para la formación del clero en el Estudio General de la ciudad. Estuvo a cargo del taller el alemán, procedente de Roma, Juan Párix, que realizó al menos ocho ediciones entre 1472 y 1474 ó 1475, antes de trasladarse a Toulouse. Uno de sus trabajos, el Sinodal de Aguilafuente, es considerado el primer libro español. Aunque son conocidos por la mayoría de los especialistas, en este artículo se presentan los últimos datos del origen de la imprenta en Segovia, que avalan aún más la presencia de Párix en la ciudad, para su divulgación en el vasto ámbito de la Biblioteconomía y la Documentación.


La imprenta llega a España en los años setenta del siglo XV, tras dos décadas de aplicación por Alemania, Suiza, Italia y Francia. Diversos tipógrafos, procedentes de Italia y de Centroeuropa, atraídos por un mecenas o por las posibilidades del mercado, se trasladaron a localidades tan dispares como Segovia, Sevilla, Valencia, Barcelona, Zaragoza o La Puebla de Montalbán2. Y lo hicieron en fechas próximas, comienzos de los setenta, por lo que la disputa antes aludida corrió a cargo de los partidarios de las cuatro primeras.


LA PRIMERA IMPRENTA EN SEGOVIA

A día de hoy, los datos que conocemos acerca de la temprana imprenta española indican que fue Segovia la ciudad que tuvo el privilegio de contar con el primer impresor, Juan Párix, entre, aproximadamente, 1472 y 1474. Este tipógrafo alemán realizó ocho o nueve ediciones en la ciudad castellana en dicho período, la mayoría con su nombre en el colofón, pero ninguna con el lugar de impresión ni la fecha.
Esta ausencia de datos en los colofones de los libros dificultó al principio la identificación
del lugar, pero tenemos suficientes argumentos como para afirmar que Segovia tuvo la primera imprenta incunable. Frente a los escépticos que propugnaban ciudades más próximas a las vías
comerciales (Valencia, Barcelona, Zaragoza), los datos son testarudos y, como ocurre en otros ámbitos de la historia, conducen a una solución poco «lógica». En definitiva, y aunque pareciera lógico, no se trata de que la ciudad más «importante» fuera la pionera, sino que la iniciativa de un obispo renacentista, Juan Arias Dávila, se anticipó a las necesidades que surgirían poco más tarde en otras localidades. No obstante, frente a ciertas teorías «periféricas» que menospreciaban (y algunos siguen haciéndolo) la importancia de Castilla, hay que decir que Segovia, hacia 1470, reunía condiciones propicias para el establecimiento de una imprenta6: un
elevado desarrollo artesano e industrial (recuérdese la Casa de la Moneda, con unas nuevas ordenanzas de 1471)7, una situación política óptima, puesto que la ciudad Corte con Enrique IV y, dos días después de su muerte, el 11 de diciembre de 1474, se proclamó reina a Isabel; y, además, un estudio general, regentado por el obispo Arias Dávila, causa de la imprenta.

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